“No, yo no tengo demonio alguno”, respondió Jesús. “Yo glorifico a mi padre, pero ustedes me deshonran.
Como el Señor hace lo que es justo, quiso mostrar lo importantes y maravillosas que eran sus instrucciones.
Me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel, y por medio de ti revelaré mi gloria”.
Cuando Jesús escuchó la noticia dijo: “El resultado final de esta enfermedad no será la muerte. A través de esto, será revelada la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios sea glorificado”.
Padre, muéstrame la gloria de tu carácter”. Vino una voz del cielo que decía: “He mostrado la gloria de mi carácter, y la volveré a mostrar”.
Yo haré cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, para que mi Padre sea glorificado a través del Hijo.
Yo te he dado gloria aquí en la tierra al terminar la obra que me mandaste a hacer.
“¡Estás poseído por el demonio!” respondió la multitud. “¡Ninguno está tratando de matarte!”
Aquél que me envió está conmigo; Él no me ha abandonado, porque yo siempre hago lo que a Él le agrada”.
Los apóstoles salieron del concilio, felices por ser considerados dignos de padecer afrenta por causa del nombre de Jesús.
¿Acaso la naturaleza misma indica que un hombre con cabello largo se deshonra a sí mismo?
Es sembrado con tristeza, pero es levantado en gloria. Es enterrado en debilidad, pero es levantado en poder.
y cuando fue maltratado, no replicó. Cuando sufrió, no amenazó con venganza. Simplemente se puso en manos de Aquél que juzga siempre con justicia.