Y el Señor se dio cuenta de cuán malvados se habían vuelto los habitantes de la tierra, pues cada uno de los pensamientos en sus mentes estaban llenos de maldad.
porque yo sé que no hay nada bueno en mí en lo que tiene que ver con mi naturaleza humana pecaminosa. Aunque quiero hacer el bien, simplemente no puedo hacerlo.
Cuando éramos controlados por la vieja naturaleza, nuestros deseos pecaminosos (tal como los revela la ley) obraban dentro de nosotros y traían como resultado la muerte.
Porque si ustedes viven bajo el control de su naturaleza pecaminosa, van a morir. Pero si siguen el camino del Espíritu, dando muerte a las cosas malas que hacen, entonces vivirán.
Todos una vez fuimos así, y nuestra conducta estaba determinada por los deseos de nuestra naturaleza humana pecaminosa y nuestros malos pensamientos. Como todos los demás, en nuestra naturaleza éramos hijos de la ira.
Ustedes fueron “circuncidados” en él, pero no con manos humanas. Han sido liberados de la naturaleza humana por la “circuncisión” que Cristo llevó a cabo.
Y todos los que son nacidos de Dios ya no pecan más, porque la naturaleza de Dios habita en ellos. Y no pueden seguir pecando porque han nacido de Dios.