Jesús les dijo: “Traigan algunos de los peces de los que acaban de atrapar”.
Pero ellos aún no podían creerlo porque estaban muy eufóricos y asombrados. Entonces les preguntó: “¿Tienen algo de comer?”
Simón Pedro subió a la barca y jaló la red llena de peces hacia la orilla. Había 153 peces grandes, y sin embargo la red no se había roto.
Jesús tomó el pan y se los dio así como el pescado también.
Cuando llegaron a la orilla, vieron una fogata con algunos peces cocinándose y además había panes.
Jesús tomó el pan, dio gracias, y lo repartió entre las personas que estaban ahí sentadas. Luego hizo lo mismo con los peces, asegurándose de que todos recibieran tanto como querían.
“Hay un niño aquí que tiene cinco panes de cebada y un par de peces, pero ¿de qué sirve eso si hay tantas personas?”