Y cuando estaba a punto de ser ingresado a la fortaleza, Pablo le dijo al comandante: “¿Puedo decirte algo?” “¿Sabes griego?” le preguntó el comandante.
Entonces el comandante le dio permiso para hablar. Así que Pablo se puso en pie en las escaleras e hizo señal para que hicieran silencio. Cuando todo estuvo en silencio, comenzó a hablarles en arameo.
Todos caímos al suelo. Entonces escuché una voz que me hablaba en idioma arameo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Es duro para ti pelear contra mí!’