Hacía frío y los siervos y guardias estaban junto a una fogata que habían hecho para calentarse. Pedro se les acercó y se quedó allí con ellos, calentándose también.
Me niego a ser parte de sus decisiones; me niego a participar en lo que hacen. Porque mataron a los hombres en su ira; lisiaron al ganado sólo por diversión.
Mientras Simón Pedro estaba calentándose cerca a la fogata, las personas que estaban allí le preguntaron: “¿No eres tú uno de sus discípulos?” Pedro lo negó y dijo: “No, no lo soy”.
Entonces Judas llevó consigo una tropa de soldados y guardias enviados de parte de los jefes de los sacerdotes y los Fariseos. Llegaron al lugar con antorchas, lámparas y armas.
Después de que los discípulos fueron liberados, fueron donde estaban otros creyentes y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.