Les di tu mensaje, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, así como yo no soy del mundo.
Me aseguraré de que tú y tus hijos, así como la mujer y sus hijos sean enemigos. Uno de sus hijos aplastará tu cabeza, y tú herirás su talón”.
Los justos aborrecen a los injustos; los malvados aborrecen a los que hacen el bien.
En un mes despedí a tres pastores. Mi paciencia con ellos se agotó, y ellos también me odiaron.
“Sí, podemos”, respondieron ellos. “Ustedes beberán la copa que yo bebo, y serán bautizados con el mismo bautismo que yo”, les dijo Jesús.
Ellos no son del mundo, así como yo no soy del mundo.
Yo les he dado el mensaje que tú me diste a mí. Ellos lo aceptaron, estando completamente convencidos de que vine de ti, y ellos creyeron que tú me enviaste.
El mundo no tiene razones para odiarlos a ustedes, pero me odia a mí porque yo dejo claro que sus caminos son malvados.
Jesús les dijo: “Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.
No podemos ser como Caín, que pertenecía al maligno, y mató a su hermano. ¿Por qué lo mató? Porque Caín era malo, pero su hermano era justo.
Así que no se sorprendan si este mundo los aborrece.