“Sin embargo, si la enfermedad de la piel afecta a toda su piel de manera que cubre su piel de la cabeza a los pies, en todos los lugares que el sacerdote pueda ver,
Yo enviaré un espíritu de gracia y oración en la casa de David y sobe los habitantes de Jerusalén. Ellos mirarán al que han atravesado, y se lamentarán sobre él, como quien guarda luto por su único hijo, llorando amargamente por su romogénito.
“Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendría a ustedes. Si yo me voy, lo enviaré a ustedes.
Cuando ellos escucharon esto, comenzaron a marcharse, uno a uno, comenzado desde el más anciano hasta que Jesús quedó en medio de la multitud con la mujer que aún estaba allí.
Cuando la gente escuchó esto, sintieron remordimiento de conciencia. Entonces le preguntaron a Pedro y a los apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”
Pero si todos hablan el mensaje de Dios, y alguno que no es creyente llega allí, o alguien que no entiende, se convencerá y sentirá el llamado por las palabras de todos.