Jesús volteó y vio que estos le seguían. “¿Qué están buscando?” les preguntó, “Rabí (que significa ‘Maestro’), ¿dónde vives?” le preguntaron ellos, como respuesta.
Así que partió de allí y se fue a casa de su padre. “Aunque aún estaba lejos, su padre lo vio venir desde la distancia, y su corazón se llenó de amor por su hijo. El padre corrió hacia él, abrazándolo y besándolo.
“Vengan y vean”, les dijo. Así que ellos se fueron con él y vieron donde vivía. Eran cerca de las cuatro de la tarde, y pasaron el resto del día con él.
Él vino por la noche donde Jesús estaba y le dijo: “Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte Dios, porque nadie podría hacer las señales milagrosas que tú estás haciendo a menos que Dios esté con él”.
Ellos fueron donde Juan y le dijeron: “Rabí, el hombre con el que estabas al otro lado del Jordán, del cual diste un testimonio favorable, ¡mira, ahora está bautizando y todos están acudiendo a él!”
Pero Rut contestó: “Por favor, no sigas pidiéndome que te deje y vuelva. Donde tú vayas, yo iré. Donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo. Tu Dios será mi Dios.