Así que Dios los llevó por el camino más largo a través del desierto hacia el Mar Rojo. Cuando los israelitas dejaron la tierra de Egipto eran como un ejército listo para la batalla.
Pero el ejército babilónico los persiguió y alcanzó a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo capturaron y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, en Ribla, en la tierra de Hamat, donde lo juzgó y lo castigó.
Pero aún así nos prepararemos para la batalla, y estaremos preparados para liderar a los israelitas hasta que puedan ocupar su tierra con seguridad. Mientras tanto, nuestros hijos se quedarán atrás, viviendo en los pueblos fortificados para protegerlos de la población local.
Fue entonces cuando te di estas instrucciones: “El Señor tu Dios te ha dado este país como tuyo para que lo poseas. Todos tus guerreros deben cruzar, listos para la batalla, guiando a tus compañeros israelitas.
Los hombres armados de las tribus de Rubén y Gad, y la mitad de la tribu de Manasés cruzaron, yendo a la cabeza del pueblo de Israel, como Moisés lo había estipulado.
Todos los israelitas, desde Dan hasta Beerseba, incluyendo la tierra de Galaad, fueron y se reunieron en Mizpa ante el Señor. La asamblea estaba unida en su propósito.