Cuando David llegó a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, le salió al encuentro Husai, el arquita, con el manto roto y con polvo en la cabeza.
La tierra que poseían y los lugares donde vivían incluían Betel y las ciudades cercanas, desde Naarán al este hasta Gezer y sus ciudades al oeste, y Siquem y sus ciudades hasta Aya y sus ciudades.