Lamerán el polvo como las serpientes, y serán como reptiles que se arrastran sobre la tierra. Saldrán temblando de sus castillos para encontrarse con el Señor nuestro Dios, temerosos y aterrorizados ante él.
Así que estos cinco reyes amorreos (los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón) y sus ejércitos se reunieron y partieron. Rodearon a Gabaón y comenzaron su ataque.
Y los reyes de la tierra, los grandes líderes, los ricos, los poderosos, y todas las personas, esclavos o libres, se ocultaron en cuevas y entre las rocas de las montañas.
Cuando los hombres israelitas se dieron cuenta de la difícil situación en la que se encontraban y de que el ejército estaba recibiendo una paliza, se escondieron en cuevas, agujeros, rocas, pozos y cisternas.
Cuando Saúl pasó por los corrales de las ovejas en el camino, había una cueva, y entró a hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban escondidos en lo profundo de la cueva.