El día en que el Señor entregó a los amorreos a los israelitas, Josué habló por el Señor en presencia de los israelitas, diciendo: “¡Sol, detente sobre Gabaón! ¡Luna, detente sobre el Valle de Ajalón!”
Isaías respondió: “Esta es la señal del Señor para ti de que el Señor hará lo que prometió: ¿Quieres que la sombra avance diez pasos, o que retroceda diez pasos?”
El Señor vendrá al ataque como lo hizo con los filisteos en el monte Perazim, como los sacudió en el valle de Gabaón, viniendo a hacer lo que tiene que hacer, su extraña obra; viniendo a actuar como debe, su insólita acción.
Mira, haré que la sombra hecha por el sol retroceda los diez escalones que ha bajado en la escalera de Acaz. Y el sol retrocedió los diez peldaños que había bajado en la escalera de Acaz.
Esto es lo que sucedió al principio del reinado del rey Sedequías de Judá, en el quinto mes de ese mismo año, el cuarto año. El profeta Ananías, hijo de Azzur, que era de Gabaón, me dijo en el Templo del Señor, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo:
Sin embargo, yo exterminé a los amorreos delante de ustedes, aunque eran tan grandes como los cedros y tan fuertes como los robles. Los destruí desde la raíz y así mismo su tallo.
Esta persona ha hecho esto yendo a adorar a otros dioses, inclinándose ante ellos – o ante el sol, la luna o cualquiera de las estrellas del cielo – lo cual yo les he ordenado que no hagan.
Cuando miren al cielo y vean el sol, la luna y las estrellas -todos los cuerpos celestes- no se sientan tentados a inclinarse ante ellos. No los adoren como todas las demás naciones de la tierra en la forma que el Señor ha permitido.
El sol dejó de moverse y la luna se quedó quieta, hasta que la nación de Israel infligió la derrota a sus enemigos. (Esto está registrado en el Libro de Jashar). El sol se detuvo en medio del cielo y no se puso durante un día entero.