Hiciste que sus descendientes fueran tan innumerables como las estrellas del cielo, y los condujiste a la tierra que habías prometido a sus padres que entrarían y poseerían.
“¿Has prestado atención a Job, mi siervo?” le peguntó el Señor. “No hay nadie como él en la tierra, un hombre íntegro que hace lo correcto, que respeta a Dios y evita el mal”.
¡Mira! Aquí está mi siervo, el que yo sostengo; mi elegido que me complace. He puesto mi Espíritu sobre él, y él mostrará a las naciones lo que es correcto.
Moisés llamó a Josué y le dijo delante de todos los israelitas: “¡Sé fuerte! ¡Sé valiente! Acompañarás a este pueblo al país que el Señor prometió darles a sus antepasados, y se los asignarás como propio.
“Vayan por todo el campamento y díganle al pueblo: ‘Preparen todo, porque en tres días cruzaremos el Jordán, para ir a tomar la tierra que Dios les da’”.