Entonces todos los que invoquen el nombre del Señor serán salvados, serán rescatados del Monte de Sión y Jerusalén, como dijo el Señor: estos están entre los sobrevivientes que el Señor ha llamado.
Israel, aunque tu pueblo sea tan numeroso como la arena en la orilla del mar, sólo un remanente regresará. El Señor ha decidido con razón destruir a su pueblo.
En ese momento el Señor actuará por segunda vez para hacer volver al resto de su pueblo de Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Babilonia, Hamat y de las islas del Mediterráneo.
Pero en ese momento, “el retoño del Señor” será atractivo y glorioso; el fruto que produzca la tierra será el orgullo y la gloria de los supervivientes que queden en Israel.
Esto es lo que dice el Señor: ¡Canten con alegría por los descendientes de Jacob; griten por la más grande de todas las naciones! ¡Que todo el mundo lo sepa! Alaben y griten: “¡Señor, salva a tu pueblo, a los que quedan de Israel!”
¡Tengan cuidado! Estoy pendiente de los pecados de este reino pecador. Yo lo eliminaré de la faz de la tierra. Pero no destruiré por completo a los descendientes de Jacob.
Yo pondré este tercio en el fuego, y lo refinaré como la plata, los probaré como se prueba al oro. Ellos clamarán por mi ayua, y yo les responderé. Diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es mi Dios”.
Ustedes no conocen realmente al Dios que están adorando, mientras que nosotros adoramos al Dios que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
¿Qué concluiremos, entonces? Que el pueblo de Israel no logró aquello por lo que estaba luchando. Solo los escogidos, mientras que el resto endureció su corazón.
Es enviada a la iglesia de Dios en Corinto, a aquellos que han sido justificados en Cristo Jesús, llamados para vivir en santidad, y a todos los que adoran al Señor Jesús en todas partes, el Señor de ellos y de nosotros.