Señor, cuando me quejo ante ti, siempre demuestras tener la razón. Aun así, quiero presentarte mi caso. ¿Por qué les va tan bien a los malvados? ¿Por qué viven tan cómodamente los que te son infieles?
Porque el país está lleno de gente que comete adulterio, por lo que está bajo una maldición. La tierra está de luto y los pastos del desierto se han secado. La gente vive mal, usando su energía para hacer el mal.
Ve a todas partes por las calles de Jerusalén. Busca y presta atención. Busca por todas las plazas de su ciudad a ver si encuentras aunque sea una sola persona que haga lo correcto, alguien que sea fiel, y yo perdonaré a la ciudad.
Todos son adúlteros, y arden de lujuria como un horno cuyo fuego no se apaga, aunque no lo atice el panadero; son como la masa ha preparado y que crece después de que se fermenta.
El pueblo de Judá ha sido desleal y ha cometido pecado repugnante en Israel y en Jerusalén. Porque los hombres de Judá han contaminado el Templo del Señor (su Templo amado) al casase con mujeres que adoran ídolos.
“¿Por qué no?” preguntas. Porque el Señor fue testigo de los votos que tú hiciste con tu esposa cuando eran jóvenes. Pero le fuiste infiel a ella, tu esposa y pareja que se unió a ti en contrato matrimonial.
¡Adúlteros! ¿No se dan cuenta que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Los que quieren ser amigos del mundo se convierten en enemigos de Dios.