Entonces, ¿por qué este pueblo de Jerusalén se ha equivocado de camino? ¿Por qué se niegan a arrepentirse de sus repetidas traiciones, aferrándose a todas sus mentiras?
Les dicen a los que ven visiones: “¡Dejen de ver visiones!”, y a los profetas: “No nos den profecías sobre hacer el bien; sólo dígannos cosas agradables y dennos profecías falsas.
Se alimenta de cenizas, seducido por el pensamiento engañoso de su mente. No puede salvarse a sí mismo, y ni siquiera se pregunta: “¿No es este ídolo que sostengo sólo una mentira?”
Aunque nuestros pecados nos delatan, Señor, por favor, haz algo por nosotros gracias a tu bondad. Sí, nos hemos rebelado contra ti muchas veces; hemos pecado contra ti.
Señor, ¿no buscas siempre la fidelidad? Los derrotaste, pero no les importó. Estuviste a punto de destruirlos, pero se negaron a aceptar tu disciplina. Eran tercos, duros como una roca, y no se arrepentían.
Como resultado, un león del bosque los atacará; un lobo del desierto los desgarrará. Un leopardo los acechará cerca de sus ciudades, listo para despedazar a cualquiera que salga. Porque no dejan de rebelarse y se alejan de mí tantas veces.
Puse vigilantes a cargo de ustedes y les dije que se aseguraran de escuchar el llamado de la trompeta que les advertía del peligro. Pero ustedes respondieron: “¡No escucharemos!”.
Tierra, ¡escucha tú también! Estoy haciendo caer el desastre sobre este pueblo, el resultado final de lo que ellos mismos planearon. Es porque no prestaron atención a lo que dije y rechazaron mis instrucciones.
Todo Israel ha quebrantado tu ley y se ha alejado de ti, sin escuchar lo que tenías que decir. Por eso se ha derramado sobre nosotros la condena que proviene de nuestra promesa incumplida, a causa de nuestro pecado, tal y como quedó claro en la Ley de Moisés, el siervo del Señor.
Ahora pecan constantemente, y se forjan ídolos de metal fundido. Todos esos ídolos fueron hábilmente forjados con plata por los artesanos. “Ofrezcan sacrificios a estos ídolos”, dice el pueblo. “Besen al ídolo con forma de becerro”.
¡Asegúrense de no rechazar al que les está hablando! Si ellos no pudieron escapar cuando rechazaron a Dios en la tierra, sin duda alguna nosotros tampoco podremos escapar si volvemos nuestra espalda a Dios, quien nos advierte desde el cielo.