Un hijo que recoge durante la cosecha del verano es un hijo amoroso; pero el hijo que duerme durante el tiempo de cosecha es un hijo que trae desgracia.
Escucha a mi pueblo clamando por ayuda desde una tierra lejana, preguntando: “¿Ya no está presente el Señor en Sión? ¿Se ha ido su Rey?” ¿Por qué me han hecho enojar, adorando sus imágenes esculpidas y sus inútiles ídolos extranjeros?
Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes estarán afuera tocando, y diciendo: ‘Señor, por favor, ábrenos la puerta’. Pero él les responderá: ‘No los conozco, ni sé de dónde vienen’.
Te aplastarán contra el suelo, a ti y a tus hijos contigo. No dejarán ninguna piedra sobre otra dentro de ti, porque no aceptaste la salvación cuando vino a ti”.