Entonces se fue y se sentó a cierta distancia, a unos cientos de yardas de distancia, pues pensaba: “¡No podré soportar ver a mi hijo morir!” Y al sentarse, reventó en llanto.
Esto es lo que dice el Señor: Anota a este hombre como si no tuviera hijos. Es un hombre que no tendrá éxito en toda su vida. Ninguno de sus hijos tendrá éxito tampoco. Ninguno de ellos se sentará en el trono de David ni será rey en Judá.
Entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus funcionarios a sus enemigos que intentan matarlos, al ejército del rey de Babilonia que había detenido su ataque contra ustedes.
Maten a los ancianos, a los jóvenes y a las niñas, a las mujeres y a los niños, pero no se acerquen a los que tienen la marca. Empezad por mi santuario”. Así que empezaron por matar a los ancianos que estaban delante del Templo.