Desde los confines de la tierra se oyen cánticos que dicen: “Gloria al Dios que hace el bien”. Pero yo soy miserable, miserable. Tengan piedad de mí. La gente engañosa sigue traicionando, una y otra vez.
¡No, nunca han oído eso, y nunca lo han sabido! ¡Nadie les ha hablado de eso antes! Sé lo tercos que son ustedes: ¡Su nombre es rebeldes de nacimiento!
Señor, cuando me quejo ante ti, siempre demuestras tener la razón. Aun así, quiero presentarte mi caso. ¿Por qué les va tan bien a los malvados? ¿Por qué viven tan cómodamente los que te son infieles?