El Señor no pudo soportarlo más -las cosas malas que hiciste y tus actos repugnantes-, así que tu país se convirtió en un páramo deshabitado, un lugar de horror y una palabra de maldición para los demás, como lo sigue siendo hoy.
Ustedes, habitantes de Moab, huyan de sus ciudades, vayan a vivir entre las rocas. Sean como una paloma que anida en los acantilados a la entrada de un barranco.
Por ello, juro por mi vida, declara el Dios Todopoderoso, el Dios de Israel, que los moabitas serán como Sodoma, y los amonitas como Gomorra. Su tierra será un lugar lleno de ortigas y sembrados de sal y ruinas para siempre. Y los que quedan en mi pueblo los saquearán y ocuparán su tierra.
Y a la mujer se le dieron alas de una gran águila para que pudiera volar a un lugar desértico, donde pudiera recibir cuidado por un tiempo, tiempos, y medio tiempo, protegida de la serpiente.