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Referencias Cruzadas
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Jeremías 32:8

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“Tal como había dicho el Señor, mi primo Hanamel vino a verme al patio de la guardia y me pidió: ‘Por favor, compra mi campo en Anatot, en la tierra de Benjamín, porque tienes el derecho de propiedad familiar para redimirlo. Deberías comprarlo para ti’”. Esto me convenció de que era un mensaje del Señor.

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15 Referencias Cruzadas  

En el caso de Abiatar, el sumo sacerdote, el rey le dijo: “Vete a casa y cuida tus campos. Deberías ser condenado a muerte, pero no te mataré ahora porque llevaste el Arca del Señor Dios por delante de mi padre David y pasaste con él por todos sus momentos difíciles”.

“¡Pronto lo descubrirás cuando intentes encontrar algún lugar secreto para esconderte!” respondió Micaías.

De la tribu de Benjamín recibieron Gabaón, Geba, Alemeth y Anathoth, junto con sus pastizales. Tenían un total de trece ciudades entre sus familias.

Estas son las palabras de Jeremías hijo de Hilcías, uno de los sacerdotes que vivía en Anatot, en el territorio de Benjamín.

Esto ocurría cuando el ejército del rey de Babilonia estaba sitiando Jerusalén. El profeta Jeremías estaba preso en el patio de la guardia, que formaba parte del palacio del rey de Judá.

“Sin embargo, Señor Dios, me has dicho: ‘¡Compra tú mismo el campo con plata delante de los testigos, aunque la ciudad haya sido entregada a los babilonios!’”

Tu primo Hanamel, hijo de Salum, viene a decirte: ‘¿Por qué no compras mi campo en Anatot, porque tienes derecho a rescatarlo y comprarlo?’

Un segundo mensaje vino del Señor a Jeremías mientras seguía detenido en el patio de la guardia

Jeremías estaba saliendo de Jerusalén para ir a su casa en el territorio de Benjamín a reclamar su parte de la propiedad de su familia.

Así que hice lo que se me indicó. Saqué mis maletas para ir al exilio durante el día, y por la noche derribé parte del muro de mi casa con mis propias manos. Saqué mis pertenencias cuando se hizo de noche, cargándolas al hombro mientras ellos vigilaban.

Fue quebrantado ese día, y los mercaderes de ovejas que me miraban sabían que era un mensaje del Señor.

Entonces el padre se dio cuenta de que esa era la hora precisa en la que Jesús le había dicho “¡Tu hijo vivirá!” Entonces él y todos en su casa creyeron en Jesús.




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