Pero si se niegan a escucharme y a santificar el día de reposo no llevando carga al entrar por las puertas de Jerusalén en el día de reposo, entonces incendiaré sus puertas con un fuego imposible de apagar, y quemará las fortalezas de Jerusalén.
“Vinieron y se apoderaron de ella, pero no hicieron lo que dijiste ni siguieron tus leyes. No hicieron todo lo que les ordenaste, y por eso has hecho caer sobre ellos todo este desastre.
Como pueden ver hoy, el desastre que han experimentado ocurrió porque quemaron incienso a otros dioses y pecaron contra el Señor, negándose a escuchar al Señor o a seguir sus instrucciones, sus reglas y sus reglamentos”.
Una vez que los hayas llevado al país que prometí darles a sus antepasados, una tierra que fluye leche y miel, tendrán mucho que comer y les irá bien. Entonces irán a adorar a otros dioses, y me abandonarán y romperán mi acuerdo.
De modo que por estas dos acciones que no pueden cambiarse, y, como Dios no puede mentir, podemos tener plena confianza en que al huir buscando seguridad, podemos aferrarnos de la esperanza que Dios nos presentó.