“Jeremías”, preguntó el Señor, “¿qué ves?” “¡Veo higos!” Respondí. “Los higos buenos parecen muy buenos, pero los higos malos parecen muy malos, tan malos que no se pueden comer”.
Esto es lo que dice el Señor, el Dios de Israel: Los higos buenos representan para mí a los exiliados de Judá, a los que he enviado de aquí al país de Babilonia.