Ustedes, sin embargo, han hecho aún más mal que sus antepasados. Miren cómo todos ustedes siguieron su propio y obstinado pensamiento malvado en lugar de obedecerme.
Y el Señor se dio cuenta de cuán malvados se habían vuelto los habitantes de la tierra, pues cada uno de los pensamientos en sus mentes estaban llenos de maldad.
El Señor aceptó tal sacrificio, y dijo para sí mismo: “No volveré a maldecir a la tierra por culpa de los seres humanos, aunque cada uno de sus pensamientos sea perverso desde su niñez. Y no volveré a destruir a los seres vivos como lo acabo de hacer.
Esto está muy mal: ¡que todos aquí en la tierra sufran el mismo destino! Además, la mente de la gente está llena de maldad. Se pasan la vida pensando en estupideces, y luego se mueren.
Esta gente malvada se niega a escuchar lo que les digo. Siguen su propio pensamiento obstinado y malvado y corren a adorar a otros dioses; serán como este taparrabos, completamente inútil.
¿Quién es este hombre Joaquín? ¿Una vasija rota que ha sido desechada, algo que nadie quiere? ¿Por qué lo han echado a él y a sus hijos, exiliados en un país desconocido?
Pero no quisieron escuchar ni prestar atención. En lugar de ello, siguieron los deseos de su propio pensamiento obstinado y malvado, por lo que terminaron retrocediendo y no avanzando.
“Por tanto, díganle al pueblo de Israel que esto es lo que dice el Señor Dios: ¿Se contaminarán como sus antepasados, convirtiéndose en prostitutas, actuando como ellos y siguiendo las mismas prácticas repugnantes?
Esto es lo que dice el Señor: El pueblo de Judá ha pecado repetidas veces y no vacilaré en castigarlos, porque han rechazado la ley del Señor y no han guardado sus mandamientos. Sus mentiras los han descarriado. Las mismas mentiras que creyeron sus antepasados.
Desde el tiempo de sus antiguos padres y hasta ahora, ustedes se han apartado de mis leyes y no las han respetado. Vuelvan a mi, y yo volveré a ustedes, dice el Señor Todopoderoso. Pero ustedes preguntan: “¿Cómo debemos volver?”
Porque cuando alguien así oye las palabras de esta solemne promesa, cree que aún recibirá una bendición, diciéndose a sí mismo: “Estaré a salvo, aunque seguiré haciendo lo que me plazca”. Tal actitud destruiría lo bueno y lo malo por igual.
Pero cuando el juez moría, el pueblo recaíay hacía cosas incluso peores que sus antepasados, siguiendo a otros dioses y adorándolos. Se negaron a dejar lo que hacían y se aferraron a sus costumbres obstinadas.
La rebelión es tan mala como la brujería, y la arrogancia es tan mala como el pecado de la idolatría. Porque has rechazado los mandatos del Señor, él te ha rechazado como rey”.