Cuando la paloma regresó en la noche, trajo en su pico una hoja fresca de olivo, de modo que Noé supo así que las aguas se habían ido en gran parte de la tierra.
Pero la paloma no pudo encontrar ningún lugar donde posarse. Así que regresó a Noé porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé sacó su mano y tomó a la paloma, y la trajo consigo de nuevo dentro del arca.