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Referencias Cruzadas
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Génesis 49:18

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“Confío en ti para que me salves, Señor.

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32 Referencias Cruzadas  

Dan será tan peligroso como una serpiente al lado del camino, una víbora por el sendero que muerde el talón del caballo, haciendo caer a su jinete de espaldas.

Señor, espero con ansias tu salvación y guardo tus mandamientos.

Anhelo tu salvación, Señor; y tus enseñanzas me proporcionan felicidad.

Señor, por favor ámame con tu amor incondicional. Dame la salvación que me has prometido.

Tal como los siervos miran a su amo, o como la esclava mira a la señora de su casa, así fijamos nuestra mirada en ti, Señor, esperando que seas misericordioso con nosotros.

Yo espero en el Señor, espero ansiosamente, porque confío en su palabra.

¡Si tan solo la salvación de Dios viniera de Sión! Cuando el Señor restaure a su pueblo, el pueblo de Jacob celebrará y el pueblo de Israel se alegrará.

Esperé pacientemente al Señor, y se volvió hacia mí y escuchó mi clamor.

Solo en Dios encuentro paz. Mi salvación viene de Él.

Solo en Dios encuentro paz. Mi esperanza viene de Él.

¡Señor, muéstranos tu misericordioso amor! ¡Danos tu salvación!

El Señor me da fuerza. Él es el tema de mi canción. Él me salva. Él es mi Dios, y yo lo alabaré. Él es el Dios de mi padre, y yo lo honraré.El Señor me da fuerza. Él es el tema de mi canción. Él me salva. Él es mi Dios, y yo lo alabaré. Él es el Dios de mi padre, y yo lo honraré.

Los malvados son derribados por sus propias acciones, pero los que viven en rectitud están confiados hasta la muerte.

En ese momento su pueblo dirá: “¡Mira! Este es nuestro Dios; hemos confiado en él y nos ha salvado. Este es el Señor que buscábamos. Ahora podemos alegrarnos y celebrar la salvación que nos trae”.

Así que el Señor espera, queriendo ser bondadoso con ustedes, dispuesto a actuar para mostrarles misericordia, porque el Señor es un Dios que hace lo que es justo. Todos los que esperan en él son bendecidos.

Señor, por favor, sé benévolo con nosotros; ponemos nuestra confianza en ti. Sé la fuerza en la que confiamos cada mañana; sé nuestra salvación en tiempos de angustia.

¿Por qué no aceptas el desafío de mi amo, el rey de Asiria? Él dice: ¡Te daré dos mil caballos, si puedes encontrar suficientes jinetes para ellos!

Esperaré en el Señor, el que oculta su rostro a los descendientes de Jacob. Pondré mi esperanza en él.

El Señor es bueno con los que confían en él, con cualquiera que lo siga.

El mercader que sostiene en sus manos una balanza alterada ama la estafa.

Pero en cuanto a mi, yo pongo mis ojos en el Señor. Esperaré en el Dios que me salva. Mi Dios me escuchará.

Ella tendrá un hijo y tú le llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

José de Arimatea, quien era miembro del concilio de gobierno, y que esperaba el reino de Dios, tuvo la valentía de ir donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.

“No te preocupes, María”, siguió diciendo el ángel, “pues Dios te ha mostrado su gracia.

En ese tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Y era un hombre recto y muy piadoso. Él esperaba con ansias la esperanza de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él.

porque he visto con mis propios ojos tu salvación,

pero no había estado de acuerdo con sus decisiones y acciones. Este hombre venía de la ciudad judía de Arimatea, y estaba esperando con ansias el reino de Dios.

Toda la creación espera con paciencia, anhelando que Dios se revele a sus hijos.

Como nosotros esperamos lo que no hemos visto todavía, esperamos pacientemente por ello.

Porque por medio del Espíritu creemos y aguardamos la esperanza de ser justificados.

mientras aguardan la venida de su Hijo, Jesús, al que Dios levantó de los muertos, y quien nos salvará del juicio que está por venir.




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