“Por favor, acérquense a mí”, les dijo a sus hermanos. Se acercaron a él. “Soy su hermano José, a quien vendieron como esclavo en Egipto.
Así que cuando los ismaelitas (que eran comerciantes de Madián) llegaron, sacaron a José de la fosa y se lo vendieron por veinte piezas de plata. Los ismaelitas lo llevaron a Egipto.
Entonces sus hermanos vinieron y se postraron ante José y le dijeron: “¡Somos tus esclavos!”
Pero inmediatamente Jesús les dijo: “¡No se preocupen, soy yo! ¡No tengan miedo!”
“Los patriarcas, quienes estaban celosos de José, lo vendieron como esclavo en Egipto. Pero Dios estaba con él,
“¿Quién eres, Señor?” preguntó Saulo. “Yo soy Jesús, al que persigues”, le respondió.