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Referencias Cruzadas
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Génesis 32:26

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Entonces el hombre dijo: “Déjame ir porque ya casi ha amanecido”. “No te dejaré ir a menos que me bendigas”, respondió Jacob.

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19 Referencias Cruzadas  

Cuando el hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, golpeó la cavidad de la cadera de Jacob y la desarticuló mientras luchaba con él.

“¿Cómo te llamas?” le preguntó el hombre. “Jacob”, respondió él.

Jabes suplicó al Dios de Israel: “¡Por favor, bendíceme y amplía mis fronteras! Acompáñame y mantenme a salvo de cualquier daño para que no tenga dolor”. Y Dios le dio lo que pidió.

Que Dios sea misericordioso con nosotros y nos bendiga. Que hallemos gracia ante sus ojos. Selah.

¡Ahora déjame! Estoy enfadado con ellos... ¡Déjame acabar con ellos! Te convertiré en una gran nación”.

Sólo un poco más adelante, después de haberlos pasado, encontré a mi amor. Lo abracé y no lo dejé ir hasta que lo llevé a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.

Tu cabeza es tan magnífica como el monte Carmelo; tu pelo negro tiene un brillo púrpura, como si un rey ¡se quedó cautivo en tus cerraduras!

Esto es lo que dice el Señor, el Santo de Israel, tu Creador: Puedes preguntarme sobre las cosas que vendrán. Pero, ¿vas a sermonearme sobre mis hijos y lo que hago?

No hay nadie que te invoque ni que quiera realmente aferrarse a ti, porque nos has ocultado tu rostro y has dejado que nos ahoguemos en nuestros propios pecados.

Peleó con un ángel y ganó. Lloró y le rogó por una bendición. Jacob encontró a Dios en Betel, y allí habló con él,

No. En todas las cosas que nos suceden somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.

Así que, mis queridos hermanos y hermanas: sean fuertes, permanezcan firmes, haciendo todo lo que puedan por la obra del Señor, pues saben que ninguna cosa que hagan por él es en vano.

Déjeme, para que pueda destruirlos y borrar su nombre por completo. Entonces te convertiré en una nación aún más poderosa e importante que ellos”.

Jesús, mientras estuvo aquí, en forma humana, oró y clamó a Dios con grandes gemidos y lágrimas, al único que tenía el poder de salvarlo de la muerte. Y Jesús fue escuchado por su respeto hacia Dios.




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