Al contemplar a su alrededor, vio un pozo en un campo y a tres rebaños de ovejas acostadas junto a él, esperando recibir agua. Una gran piedra cubría la boca del pozo.
Entonces el siervo preparó diez camellos de su señor para llevar todo tipo de regalos de parte de Abraham y se fue hacia la ciudad de Nacor, en Aram-Najaraim.
Al llegar en la noche, hizo que los camellos se arrodillaran junto a un fuente que estaba a las afueras de la ciudad. Esta era la hora en que las mujeres salían a buscar agua.
La práctica común era que cuando todos los rebaños llegaban, los pastores rodaban la piedra de la boca del pozo y le daban agua a las ovejas, y luego colocaban la piedra en su lugar nuevamente.
Pero los que beban del agua que yo doy, no volverán a tener sed de nuevo. El agua que yo doy se convierte en una fuente de agua rebosante dentro de ellos, dándoles vida eterna”.
De lo que habla la gente cuando se reúne en los abrevaderos. Describen los actos justos del Señor y los de sus guerreros en Israel. Entonces el pueblo del Señor se dirigió a las puertas de la ciudad.