Y puso la piel de los corderos en sus manos, y en su cuello.
El primero en salir estaba rojo al nacer, y estaba cubierto de mucho cabello, como si fuera un cabrito. Por eso lo llamaron Esaú.
Entonces Rebeca fue y tomó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú que ella tenía en su casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor.
Entonces le entregó a su hijo Jacob la comida y el pan que había preparado.
Isaac no se dio cuenta de que era Jacob porque tenía las manos con vellos como Esaú, así que se preparó para bendecirlo.