“Tienes dentro de ti dos naciones”, respondió el Señor. “Darás a luz a dos hijos que competiránel uno contra el otro. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor será siervo del menor”.
Cayendo a sus pies en señal de respeto, le dijo: “Señor, acepto toda la responsabilidad por lo que ha sucedido. Por favor, escuche lo que yo, su sierva, tengo que decir.