y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no dejarás que mi hijo se case con una de las hijas de los caananitas entre los cuales vino.
Y continuó: “Así que júrame aquí y hora que no me traicionarás, ni a mis hijos, ni a mis descendientes. Del mismo modo que te he demostrado mi lealtad, haz lo mismo conmigo y con mi nación, en la cual vives”.
“El Señor, el Dios del cielo, me tomó del seno de mi familia y de mi propio país. Habló conmigo y me juró, haciendo un voto con la promesa: ‘Yo le daré esta tierra a tus descendientes’. Él es quien enviará a su ángel delante de ti para que puedas encontrar a una esposa para mi hijo.
Entonces Rebeca fue y le dijo a Isaac: “Estoy cansada de estas mujeres hititas . ¡Están arruinando mi vida! ¡Prefiero morir antes de que Jacob llegue a casarse con una mujer hitita como ellas, una de esas habitantes locales!”
Y en esos días había gigantes en la tierra, y aún después los hubo también. Estos nacieron después de que los hijos de Dios se acostaran con las hijas de este pueblo. Sus hijos se volvieron grandes guerreros y hombres de renombre en la antigüedad.
Entonces Ezequías oró al Señor diciendo: “Señor, Dios de Israel, tú que vives encima de los querubines, sólo tú eres Dios sobre todos los reinos de la tierra, tú eres el Creador del cielo y de la tierra.
Hiram continuó: “¡Alabado sea el Señor, el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra! Él ha dado al rey David un hijo sabio, con perspicacia y entendimiento, que va a construir un Templo para el Señor y un palacio real para él.
“Esta es la respuesta que nos dieron: ‘Somos servidores del Dios del cielo y de la tierra. Estamos reconstruyendo el Templo construido y terminado hace muchos años por un gran rey de Israel.
Así que me enfrenté a ellos y les dije que estaban malditos. A algunos los golpeé y les arranqué el pelo. Luego les hice prestar un juramento ante Dios, diciendo: “No deben permitir que sus hijas se casen con sus hijos, ni permitir que sus hijos – o ustedes mismos – secasen con sus hijas.
Ellos oraron: “Sólo tú eres el Señor. Tú hiciste el cielo, los cielos con todas sus estrellas, la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú les das vida a todos ellos, y todos los seres celestiales te adoran.
entonces se debe prestar un juramento ante el Señor para decidir si el vecino ha tomado la propiedad del dueño. El propietario debe aceptar el juramento y no exigir una compensación.
Cuando hagas que sus hijas se casen con tus hijos y esas hijas se prostituyan con sus dioses, harán que tus hijos adoren a sus dioses de la misma manera.
Escuchen esto, descendientes de Jacob, llamados por el nombre de Israel, y que provienen del linaje de Judá. Escuchen, ustedes que juran por el nombre del Señor, o que invocan al Dios de Israel, pero no verdadera ni sinceramente.
Quien pida una bendición o haga un juramento en la tierra, lo hará por el único Dios verdadero, porque he olvidado los problemas del pasado: ya no los miro.
Esto es lo que deben decir a las naciones: “Estos dioses, que no hicieron ni los cielos ni la tierra, serán borrados de esta tierra y de debajo de estos cielos”.
Si aprenden honestamente los caminos de mi pueblo y me respetan, haciendo sus votos por mí, tal como una vez enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces les irá bien entre mi pueblo.
Destruiré también a los que suben a las azoteas para inclinarse ante el sol, la luna y las estrellas. Ellos también se inclinan y juran fidelidad al Señor, pero lo mismo hacen con Milcón.
(Aquí el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento de la maldición como sigue). “Que el Señor te envíe una maldición que todo el mundo conoce, haciendo que tus muslos se encojan y tu vientre se hinche.
Así que ahora prométanme en el nombre del Señor que como he actuado de buena fe con ustedes, entonces ustedes harán lo mismo por mi familia. Denme una señal de que puedo confiar en ustedes,
Pero su padre y su madre le respondieron: “¿No puedes encontrar una joven de nuestra tribu o de nuestro propio pueblo? ¿Tienes que ir donde los filisteos paganos para conseguir una esposa?” Pero Sansón le dijo a su padre: “Sólo búscamela, ella es la que me gusta”.
“¿Puedes guiarme hasta esos asaltantes?” preguntó David. “Si me juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, entonces te llevaré hasta ellos”, respondió el hombre.