Dios escuchó el llanto del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le preguntó: “¿Qué ocurre, Agar? ¡No tengas miedo! Dios ha escuchado el llanto del niño desde donde está.
Entonces el ángel le dijo: “¡No toques al niño! No le hagas nada, porque ahora sé que realmente obedeces a Dios, pues no te negaste a darme a tu hijo, a tu único hijo”.
“El Señor, el Dios del cielo, me tomó del seno de mi familia y de mi propio país. Habló conmigo y me juró, haciendo un voto con la promesa: ‘Yo le daré esta tierra a tus descendientes’. Él es quien enviará a su ángel delante de ti para que puedas encontrar a una esposa para mi hijo.
el Ángel que me ha salvado de todo tipo de problemas, bendiga a estos muchachos. Que mi nombre y los nombres de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac continúen a través de ellos, y que tengan muchos descendientes que se extiendan por toda la tierra”.
Allí el ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego desde dentro de un arbusto. Moisés miró con atención y vio que, aunque la zarza estaba ardiendo, no se estaba quemando.
Todos caímos al suelo. Entonces escuché una voz que me hablaba en idioma arameo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Es duro para ti pelear contra mí!’
El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín y le dijo al pueblo: “Yo los saqué de la tierra de Egipto y los traje a esta tierra que les prometí a sus antepasados, y les dije que nunca rompería el acuerdo que hice con ustedes.