A tus ojos somos extranjeros y forasteros, como nuestros antepasados. Nuestro tiempo aquí en la tierra pasa como una sombra, no tenemos esperanza de quedarnos mucho tiempo.
¡Por favor Señor, escucha mi oración! ¡Escucha mi clamor pidiendo ayuda! No seas sordo para con mi llanto. Por favor trátame como tu invitado, haz como con mis antepasados.
Y todos ellos murieron creyendo aún en Dios. Aunque no recibieron las cosas que Dios prometió, todavía las esperaban, como desde la distancia y lo aceptaron gustosos, sabiendo que eran extranjeros en esta tierra, pasajeros solamente.
Por fe en Dios vivió en la tierra prometida, pero como extranjero, viviendo en tiendas junto a Isaac y Jacob, quienes participaron con él al ser herederos de la misma promesa.