Pero por la noche Dios visitó a Labán en un sueño y le dijo: “Ten cuidado con lo que le dices a Jacob. No trates de persuadirlo para que regrese, ni lo amenaces”.
Al partir en su viaje, el terror de Dios se extendió por todos los pueblos de alrededor, así que nadie intentó tomar represalias contra los hijos de Jacob.
¡Nadie en esta casa tiene más autoridad que yo! No me ha ocultado nada excepto a ti, porque eres su esposa. Entonces, ¿cómo podría hacer algo tan malo como esto, y pecar contra Dios?”
Expulsaré las naciones que están delante de ti y ampliaré tus fronteras, y nadie vendrá a tomar tu tierra cuando vayas tres veces al año a presentarte ante el Señor tu Dios.
“Si pecas contra el Señor, rompiendo tu compromiso con él, entonces esto es lo que debe suceder. Puede que le hayas mentido a tu vecino sobre algo que cuidabas para ellos, o sobre algún depósito pagado, sobre algo que fue robado, o tal vez tratabas de engañarlos.
Mientras estaba sentado en la silla de juez, su esposa le envió un mensaje que decía: “No le hagas nada a este hombre inocente, porque he sufrido terriblemente en el día de hoy por un sueño que tuve sobre él”.
Pues los caminos secretos de esta anarquía ya están obrando; sin embargo, el que detiene esta anarquía seguirá haciéndolo hasta que se quite de en medio.
“Ahora, señor, vive el Señor y vives tú, el Señor te ha impedido derramar sangre y tomar tu propia venganza. Señor, que tus enemigos y los que quieren hacerte daño sean como Nabal.
Por el contrario, vive el Señor, el Dios de Israel, que me ha impedido hacerte daño, si no hubieras salido corriendo a mi encuentro, definitivamente no habría quedado vivo ni uno solo de los hombres de Nabal al amanecer”.