Mientras vivía allí, cada vez que hablaba de Sara decía “Es mi hermana”.De modo que Abimelec, rey de Gerar, mandó a llamar a Sara y la tomó para que fuera una de sus esposas.
Los oficiales del faraón se dieron cuenta también y le hablaron al faraón bien de Sarai. Así que Sarai fue llevada a su palacio para convertirse en una de sus esposas.
Y hubo un gran hambruna en el país, no la misma que la que ocurrió en el tiempo de Abraham, sino más tarde. Así que Isaac se mudó a Gerar, en el territorio de Abimelec, rey de los filisteos.
Cuando los hombres de esa tierra le preguntaron por su esposa, él respondió diciendo: “Ella es mi hermana”, porque tuvo miedo. Pues pensó para sí mismo: “Si digo que ella es mi esposa, me matarán para quedarse con Rebeca, pues es muy hermosa”.
Jehú, hijo de Hanani, el vidente, salió a hacerle frente. Le dijo al rey Josafat: “¿Por qué ayudas a los malvados? ¿Por qué amas a los que odian al Señor? El Señor está enojado contigo por eso.
Pero Eliezer, hijo de Dodava de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: “Por haber hecho una alianza con Ocozías, el Señor destruirá lo que estás haciendo”. Entonces los barcos naufragaron y no pudieron navegar hasta Tarsis.
Pero cuando los embajadores de los gobernantes de Babilonia se acercaron a él para preguntar por la señal milagrosa que había sucedido en el país, Dios lo dejó para que lo pusiera a prueba, para conocer el verdadero pensamiento de Ezequías.