“¿Dónde está tu hermano Abel?” le preguntó el Señor a Caín. “¿Cómo podría saberlo?” respondió Caín. “¿Acaso se supone que debo ser el cuidador de mi hermano?”
Pero él le dijo: “¡Hablas como lo haría cualquier mujer insensata! ¿Debemos recibir sólo el bien de Dios, y no el mal?” A pesar de todo esto, Job no dijo nada pecaminoso.
Está claro que todo lo que dice la ley se aplica a aquellos que viven bajo la ley, para que nadie pueda tener excusa alguna, y para asegurar que todos en el mundo sean responsables ante Dios.