Abraham se inclinó y puso su rostro en el suelo. Pero por dentro se reía, y se preguntaba: “¿Cómo podré tener un hijo a la edad de cien años? ¿Cómo podría Sara tener un hijo a sus noventa años?”
“¡No, será tu esposa Sara quien te dará un hijo!” respondió Dios. “Lo llamarás Isaac. Yo guardaré mi pacto con él y con sus descendientes como un pacto eterno.
“¡Mira! Me expulsas en este instante, maldiciendo la tierra y echándome de tu presencia. Ahora tendré que esconderme y seré siempre un prófugo, errante por toda la tierra. ¡Y cualquiera que me encuentre me matará!”