Y tendrás tantos descendientes que serán como el polvo de la tierra. ¡Quien quiera contara tus descendientes será quien pueda contar el polvo de la tierra!
Ahora bien, en lo que a Ismael se refiere, escuché lo que dijiste y también lo bendeciré. Me aseguraré de que tenga muchos descendientes. Será el padre de doce príncipes, y yo lo convertiré en una gran nación.
Entonces se fue y se sentó a cierta distancia, a unos cientos de yardas de distancia, pues pensaba: “¡No podré soportar ver a mi hijo morir!” Y al sentarse, reventó en llanto.
Sufrió con ellos en todo su sufrimiento, y el ángel de su presencia los salvó. En su amor y bondad los redimió. Los recogió y los llevó a lo largo de todos esos años, hace mucho tiempo.
¡Miren! Yo envío a mi mensajero, y él preparará un camino para mi. El Señor que ustedes buscan llegará de repente a su Templo. El mensajero del acuerdo que ustedes dicen que está a gusto con ustedes viene pronto, dice el Señor Todopoderoso.
El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra que pertenecía a Joás el abiezerita. Su hijo Gedeón estaba trillando allí el trigo en un lagar para ocultarlo de los madianitas.