Aunque estoy viejo y lleno de cabellos blancos, por favor, no me abandones. Déjame contarle a la nueva generación sobre tu poder. Déjame decirle a todos los que vienen sobre las grandes cosas que tú haces.
Incluso cuando sean ancianos, seguiré siendo vuestro Dios; incluso cuando su cabello se vuelva blanco, seguiré sustentándolos. Yo los hice, los llevaré, los sostendré y los salvaré.
Así que yo los animo, mis hermanos y hermanas, por la compasión de Dios por ustedes, que dediquen sus cuerpos como una ofrenda viva que es santa y agradable a Dios. Esta es la manera lógica de adorar.
Estoy tan agradecido con Cristo Jesús, nuestro Señor, por la fuerza que me ha dado, y porque me ha considerado fiel, designándome para trabajar para él.
Si sus padres o hermanos vienen a quejarse a nosotros, les diremos: ‘Por favor, hágannos un favor, porque no pudimos encontrar suficientes esposas para ellos en la guerra. Y no es que ustedes sean culpables de romper el juramento, ya que no las dieron en matrimonio’”.