El Faraón envió a los oficiales y descubrió que no había muerto ni un solo animal de los israelitas. Pero el Faraón fue terco y no dejó que el pueblo se fuera.
Dios es tan sabio y poderoso que nadie podría desafiarlo y ganarle.
Pero sé que el rey de Egipto no te dejará ir a menos que se vea obligado a hacerlo por un poder más fuerte que él.
Sin embargo, el Faraón tenía una actitud dura y terca, y no los escuchaba, como el Señor había predicho.
El Señor le dijo a Moisés: “Faraón tiene una actitud obstinada, se niega a dejar ir al pueblo.
Pero una vez más el Faraón eligió ser obstinado y duro de corazón y no dejó que el pueblo se fuera.
Pero el Señor puso en el Faraón una actitud obstinada, y el Faraón no los escuchó, tal como el Señor le había dicho a Moisés.
El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: “Vayan y saquen unos puñados de hollín de un horno. Luego Moisés deberá arrojarlo al aire delante del Faraón.
Cualquiera que siga rechazando obstinadamente muchas advertencias, sufrirá destrucción repentina, sin ningún remedio.
Yo sé lo tercos que son ustedes, con cuellos inflexibles como el hierro y frentes duras como el bronce.
Pero cuando se volvió arrogante y duro de corazón, actuando con orgullo, fue removido de su trono real y su gloria le fue quitada.
De modo que Dios es misericordioso con quienes él desea serlo, y endurece el corazón de quienes él desea.