Pero los magos egipcios hicieron lo mismo usando sus artes mágicas. El Faraón mantuvo su actitud terca y no quiso escuchar a Moisés y Aarón, tal como el Señor había predicho.
A la mañana siguiente el Faraón estaba preocupado por sus sueños, así que mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto. El Faraón les habló de sus sueños, pero nadie pudo interpretar su significado para él.
Si realmente son profetas y tienen la palabra del Señor consigo, deberían estar suplicando ahora al Señor Todopoderoso que lo que queda en el Templo del Señor, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, no sea llevado a Babilonia.
Así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, estos maestros también se oponen a la verdad. Son personas con mentes corruptas cuya supuesta fe en Dios es una mentira.