no porque hubiésemos hecho algo bueno, sino por su misericordia. Lo hizo por medio de la limpieza del nuevo nacimiento y renovación del Espíritu Santo,
acerquémonos a Dios, con mentes sinceras y plena confianza. Nuestras mentes han sido rociadas para purificarlas de nuestros malos pensamientos, y nuestros cuerpos han sido lavados y limpiados con agua pura.