Moisés puso a su esposa e hijos sobre un asno y regresó a Egipto, llevando el bastón que Dios había usado para hacer milagros.
Debes tomar tu bastón y sostenerlo en tu mano sobre el mar. Divídelo para que los israelitas puedan caminar por el mar en tierra seca.
Moisés le dijo a Josué: “Escoge algunos hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana me pararé en la cima de esta colina con el bastón de Dios”.
A Moisés se le dijo de antemano: “Yo, tu suegro Jetro, vengo a verte junto con tu esposa y sus dos hijos”.
Ella tuvo un hijo, y Moisés le puso el nombre de Gersón, porque dijo: “Soy un exiliado que vive en un país extranjero”.
Asegúrate de llevar tu bastón contigo para que puedas usarlo para hacer la señales”.
El Señor le preguntó: “¿Qué tienes en la mano?” “Un bastón”, respondió Moisés.
Entonces Moisés tomó el bastón y golpeó la roca dos veces. Salieron chorros de agua para que la gente y su ganado pudieran beber.
Y cuando escuchó esto, Moisés huyó. Entonces se fue a vivir como exiliado en la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos.