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Referencias Cruzadas
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Éxodo 32:22

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“Por favor, no te enfades conmigo, mi señor”, respondió Aarón. “Tú mismo sabes cuánto mal es capaz de hacer este pueblo.

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17 Referencias Cruzadas  

Judá se acercó y le dijo: “Si te complace, mi señor, deja que tu siervo diga una palabra. Por favor, no te enfades con tu siervo, aunque seas tan poderoso como el propio Faraón.

Incluso cuando están en su lecho traman planes malignos. Ellos se dedican a una forma de vida que no está bien. Escogen el mal, y no lo niegan.

Se quejaron a Moisés: “¿No había tumbas en Egipto que nos tuvieras que traer aquí en el desierto para morir? ¿Qué nos has hecho al hacernos salir de Egipto?

Entonces el pueblo se quejó a Moisés, preguntando: “¿Qué vamos a beber?”

Pero algunos no escucharon a Moisés. Dejaron un poco para el día siguiente, y estaba lleno de gusanos y olía mal. Y Moisés se enfadó con ellos.

El Señor le dijo a Moisés: “¿Cuánto tiempo te negarás a obedecer mis órdenes e instrucciones?

Cuando el pueblo se dio cuenta de cuánto tiempo tardaba Moisés en bajar de la montaña, fueron juntos a ver a Aarón. Le dijeron: “¡Levántate! Haznos unos dioses que nos guíen porque este hombre, Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha pasado”.

Entonces Moisés le preguntó a Aarón: “¿Qué te hizo esta gente para que los hicieras pecar tan mal?”

Los malvados no descansan hasta haber cometido maldad. No pueden dormir sin haber engañado a alguna persona.

Sé lo obstinado y rebelde que son. Si ya han empezado a rebelarse contra el Señor mientras yo estoy vivo, ¿cuánto peor les irá después de que yo muera?

Se han rebelado contra el Señor desde el día en que los conocí.

¡Recuerda cómo provocaste al Señor tu Dios en el desierto! No lo olvides nunca! Desde que dejaste la tierra de Egipto hasta que llegaste aquí, te has rebelado constantemente contra el Señor.

“El ejército las trajo de los amalecitas”, respondió Saúl. “Les perdonaron las mejores ovejas y reses para sacrificarlas al Señor, tu Dios, pero nosotros destruimos por completo el resto”.

El ejército tomó ovejas y ganado del botín, lo mejor de lo que estaba apartado para Dios, para sacrificarlo al Señor, tu Dios, en Gilgal”.

“He pecado”, confesó Saúl a Samuel. “Desobedecí las órdenes del Señor y tus instrucciones, porque tuve miedo del pueblo y seguí lo que ellos decían.




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