El santuario interior medía veinte codos de largo, veinte de ancho y veinte de alto. Mandó a cubrir el interior con un revestimiento de oro puro, así como el altar de cedro.
Entonces vino otro ángel y se puso en pie en el altar. Tenía un incensario de oro y se le dio una gran cantidad de incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que está frente al trono.