No había nada en el Arca, aparte de las dos tablas de piedra que Moisés había colocado en ella en Horeb, donde el Señor había hecho un acuerdo con los israelitas después de salir de la tierra de Egipto.
Esto es lo que dice el Señor, el Dios de Israel: Hice un acuerdo con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, de la cárcel de la esclavitud, diciendo:
Sea bueno o malo, obedeceremos lo que diga el Señor, nuestro Dios, al que le pedimos que hable. Así todo nos irá bien, porque estaremos obedeciendo lo que dice el Señor nuestro Dios”.
“Cuando volví a pasar por allí, te miré y vi que estabas en edad de hacer el amor. Así que extendí mi manto sobre ti y cubrí tu cuerpo desnudo. Me comprometí contigo e hice un acuerdo solemne contigo, y te hice mía, declara el Señor Dios.
¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos creó a todos el mismo Dios? ¿Por qué, entonces, somos desleales unos con otros, violando el acuerdo que hicieron nuestros antiguos padres?
Después de leer la Ley y los Profetas, los líderes de la sinagoga les enviaron un mensaje, diciendo: “Hermanos, por favor, compartan con la congregación toda palabra de ánimo que puedan”.
Y cuando les hayan leído esta carta, asegúrense de que también sea leída a la iglesia de Laodicea, y que ustedes también puedan leer la carta enviada a Laodicea.