Entonces Jezabel le envió un mensajero a Elías para decirle: “¡Que los dioses me hagan tanto y más si para mañana no he hecho que tu vida sea como la de los que mataste!”
Cuando el rey de Egipto se enteró de que los israelitas se habían marchado apresuradamente, el Faraón y sus oficiales cambiaron de opinión sobre lo que había sucedido y dijeron: “¿Qué hemos hecho? Hemos dejado ir a todos estos esclavos israelitas”.
Por eso le concederé un lugar entre los grandes y le daré el premio de los vencedores, porque derramó su vida en la muerte y fue contado como uno de los rebeldes. Tomó sobre sí los pecados de muchos y pidió perdón por los rebeldes.
Con sus propias flechas atravesaste las cabezas de sus guerreros, los que vinieron en medio de un torbellino para dispersarme, y que se regocijaban como los que abusan de los pobres en secreto.
“Están ocupados repartiendo el botín y asignando una o dos jóvenes para cada hombre. Dentro del botín seguro habrá ropas de colores para Sísara; en el botín habrá ropas de colores bellamente bordadas; un botín de ropas de doble bordado que llegan hasta el cuello”.
Entonces David le preguntó al Señor: “¿Debo perseguir a estos asaltantes? ¿Los alcanzaré?” “Sí, persíguelos”, contestó el Señor, “porque definitivamente los alcanzarás y rescatarás a los prisioneros”.