“Pero tú, por ser tan misericordioso, no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no dejó de guiarlos durante el día, y la columna de fuego siguió iluminando su camino por la noche.
La nube del Señor permanecía sobre el Tabernáculo durante el día, y el fuego ardía dentro de la nube durante la noche, de modo que podía ser visto por todos los israelitas dondequiera que viajaran.
Entonces el Señor creará sobre todo el monte Sión y sobre la asamblea de los que allí se reúnan una nube de humo durante el día y una llama de fuego ardiente durante la noche; sobre todo habrá este dosel glorioso.
Entonces vi a otro ángel descendiendo del cielo, con una nube que lo envolvía y un arcoíris sobre su cabeza. Su rostro lucía como el sol, y sus pies como columnas de fuego.