El Señor le dijo a Moisés: “Ve a ver al Faraón, porque fui yo quien le dio a él y a sus oficiales una actitud obstinada para que yo pudiera hacer mis milagros ante ellos.
El Señor le dijo a Moisés: “Cuando regreses a Egipto, asegúrate de ir al Faraón y realizar los milagros que te he enseñado para que los hagas. Lo volveré terco y no dejará ir al pueblo.
“Él cegó sus ojos, y oscureció sus mentes a fin de que sus ojos no vieran, y sus mentes no pensaran, y no se volvieran a mí—porque si lo hacían, yo los sanaría”.
La Escritura registra que Dios le dijo al Faraón: “Te puse aquí por una razón: para que por ti yo pudiera demostrar mi poder, y para que mi nombre sea conocido por toda la tierra”.
Porque el Señor los hizo obstinados, queriendo combatir a los israelitas para que fueran apartados y destruidos por completo, aniquilados sin piedad, como el Señor había instruido a Moisés.
¡Esto es un desastre para nosotros! ¿Quién nos salvará del poder de estos poderosos dioses? Estos son los dioses que atacaron a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto.